domingo, 20 de abril de 2014

Que no haya nada, entonces.


Cuando uno está solo parece haber más tiempo. Hay tiempo para para divagar, para pensar, para hacer. Tiempo de sembrar y de cosechar, como quien dice. Cuando uno está solo, los momentos son más largos y entonces nos permitimos más análisis y más estudio. Cuando uno está solo, puede tomarse ciertas licencias y darse ciertos gustos que la compañía no vería con buenos ojos. Cuando uno está solo, sólo se necesita coincidir con uno mismo. Se puede ser realmente quien uno es. Sin máscaras, sin caretas, sin medias tintas.

Cuando uno está solo puede cultivarse en las artes. Vivir mil vidas, soñar despierto. Cuando uno está solo las opciones son infinitas y entonces el mundo le pertenece. Puede uno ser eléctrico o parsimonioso y no recibir por ello ninguna crítica, reclamo o pedido. Se puede ser obsesivo o desinteresado, o ambas al mismo tiempo. No hace falta cercenarse de ningún modo.


Cuando uno está solo puede pensar y escudriñar todo lo que ha hecho. Puede ver todos los errores. Puede llorar por todo lo que ha perdido. Puede uno ser un árbol y morir de pie. Puede consumirse en la tristeza, lentamente, como un fuego que se apaga. Un fuego que lentamente deja de alumbrar y dar calor. Cuando uno está solo no se puede amar, más que en silencio, y eso es morir. La felicidad solo es real si es compartida.

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