La frase dice que “se juega como
se vive”. Si la frase es cierta, yo jugaría como la selección de Bielsa. Ojo,
no me refiero a bondades en el juego o al más mínimo grado de virtuosismo. No.
Yo jugaría como la selección de Bielsa porque vivo a quemarropa. Vivo sin parar
un segundo, tratando de desbordar siempre por los costados y con mucho vértigo.
Lamentablemente hoy la vida me tiene como cuando el Burrito Ortega tenía que
correr y marcar a Roberto Carlos. El burro se volvió loco en ese partido. Y mi
vida hoy tiene eso: tiene grandes alegrías, tiene los mejores encuentros con
los mejores amigos, muchas sonrisas. Tiene las eliminatorias ganadas de punta a
punta. Y tiene, también, las peores tristezas; los mayores desazones: me quedo
afuera del mundial habiendo jugado solamente tres partidos y metiendo… ¿qué?
¿tres goles?
Me sobreviene, a diario, el
llanto. Maldigo a propios y ajenos y me digo que nunca más voy a jugar como un
equipo de Bielsa. No voy a ir a buscar más. De ahora en más, lo único
importante son los resultados. Me alineo con el lado más desagradable de mi ser
(y de la prensa deportiva) y empiezo a jugar como un equipo de Falcioni: pongo
la defensa más férrea que existe y pretendo no dejar que nunca más nadie me
haga un gol. El resto no importa. Nada importa. En algún momento voy a tener
una jugada aislada, un tiro libre, una distracción ajena y el ansiado uno a
cero. Y así voy a jugar siempre y voy a ganar y ser campeón. Voy a tener una
vida de éxito y triunfos. Voy a ser un profesional, tener una familia tipo, ser
un padre modelo, ser un muerto ejemplar
y, por sobretodo, el tipo menos recordado de la historia de la humanidad. Voy a
engrosar las estadísticas y se dirá que gracias a mi hay tantos campeonatos en
lugar de tantos menos que había antes. Y nadie, pero nadie, ni una sola persona
va a recordar una jugada asociada en mi vida, un gol, un día de disfrute…
NO.
¡Yo prefiero quedarme afuera del
mundial todos los días! Prefiero no tener futuro en el trabajo, prefiero no
armar la familia tipo. Prefiero haber amado y perdido. Prefiero seguir amando y
sentir puñales en el alma con cada derrota diaria antes de ir a dormir.
Prefiero un siete a uno abajo, pero que mi gol haya sido saliendo desde abajo,
con la pelota al pie.
Se juega como se vive. Yo me
quedo afuera del mundial, toda la vida.