lunes, 2 de julio de 2012

Aquí también...

Hoy pasé - en distintos momentos del día - por las facultades de Medicina y Ciencias Económicas. En ambas se llevaba a cabo el oloroso ritual de la tirada de huevos y harina posterior a una recibida... a por lo menos ocho recibidas en realidad - o al menos esos eran los estudiantes que llegué a contar desde el colectivo, entre ambos episodios. Pude notar, también, las caras de desagrado de algunos pasajeros y transeúntes que contrastaban, claramente, con mi sonrisa. Cabe aclarar que si bien no comulgo con dicho ritual, tampoco creo en los argumentos en su contra que esgrimen el gasto innecesario de comida y demás. En mi opinión, las caras de desagrado tienen que ver o bien con la repulsión por el acto en sí o con un sentimiento mucho más reaccionario de aquellos a quienes la vida ya no otorgará esas mieles.

Pero no quiero dejarme llevar en una disertación sobre los sentimientos de los viejos. El punto que me trajo a la escritura es uno muy distinto.

Hay, en el día de hoy, al menos ocho nuevos profesionales en nuestro país. Podrá usted decirme que el país no los necesita realmente y que el mercado laboral está atestado de profesionales. Le diré, que si bien puede que usted tenga razón, si su análisis pasó por este punto, usted no ha entendido nada. 

Su cara de asco y repulsión no entendió nada del esfuerzo y los años que dedicó ese joven a ser un profesional. No entendió nada sobre las veces que ese joven soñó con el día en que - en este caso - un médico o un economista le diga "Felicidades, colega". Su análisis tecnocrático sobre las necesidades del mercado no podrá, jamás, entender nada sobre la pasión de una persona que estudia: 

un joven que estudia es un joven que cree. Puede maldecir, insultar, putear por los rincones y decirse una y mil veces que su título no vale o que no tendrá oportunidades, pero de ninguna manera será esto así en su seno. Un joven que estudia tendría que ir con uno de esos carteles celestes gigantes que dice "Aquí también la Nación crece", porque un joven que estudia nos está haciendo un bien a él mismo, a usted y a mi. Nos hace bien a todos.

Dudo que su cara de asco tenga alguna oportunidad enfrentada contra la sonrisa enchastrada de un joven que ha participado del asqueroso y eternamente feliz ritual de haberse recibido.

Hoy nuestro país tiene al menos ocho nuevos profesionales. Sus familias, amigos y colegas lo saludan, abrazan y felicitan. Su país los celebra.

2 de Julio de 2012