martes, 29 de octubre de 2013

Un Tipo


Un tipo se planta delante de otro tipo. De cien tipos. De miles de hombres y mujeres. De millones de personas. Virtualmente, el tipo se planta delante de todo el mundo. Se planta. Y dice algo. El tipo parece saber lo que está diciendo. Lo lee, pero podría saber de lo que está hablando. Sin embargo, es difícil creerle. Es difícil, incluso, querer escucharlo.

El tipo es distinto, y eso se nota. Él también lo sabe, aunque no parece importarle mucho. Lee y dice lo que dice sin dejarse llevar mucho por su apariencia o su forma de hablar, que acaso no sean las mejores. Lee y no presta atención al hecho de que muchos no le presten atención.

Ha de estar nervioso también. Un tipo sólo. Un desconocido. Hablándole a millones de personas. No ha de ser fácil. Y  más aún, cuando el tipo – que se sabe distinto – también sabe que no queremos escucharlo. Él sabe que no podemos ni queremos creerle.

Y ojo. No es que necesariamente seamos una mierda, cosa que también podría ser. Pero no. No lo somos, supongamos. No somos Descartes, pero sí que somos escépticos. El mundo, la vida, la historia nos han hecho así. Nosotros lo sabemos y el tipo lo sabe, pero igual dice lo que quiere decir. Sabe que millones de otros tipos no quieren pero igual han de escucharlo.

Uno pensaría que si un tipo tiene el tupé de venir a decirle algo a otros tantos millones, debe ser que tiene algo importante que decir. Sin embargo, el mundo, la vida, la historia nos han enseñado que esto no es así. Hemos aprendido – a los golpes, como lamentablemente se aprenden muchas cosas – que no siempre que alguien habla tiene algo importante para decir. Tenemos los golpes frescos y asumimos que este tipo no tiene nada nuevo. Lo escuchamos a regañadientes. Lo escuchamos esperando que termine, porque sabemos que nos va a decir pavadas. Y él tipo lo sabe, pero igual dice.

Como era esperable, sus palabras producen poco impacto. Es difícil dar magnitud a ciertas cuestiones desde la contemporaneidad. (¿Imagina usted que la mujer de Cortázar haría un circo cada mañana? Podría este escrito extenderse en miles de ejemplos de este fenómeno, pero tome el que a usted más le guste) Es difícil creer lo que ha dicho este tipo. Es difícil querer escucharlo. Es difícil ponderarlo desde nuestro mundo, nuestra vida y nuestra historia.

Un hombre, dos, cientos de personas revuelven la basura buscando sobras de la vida de otros para armar una propia.
Un hombre, dos, cientos cortan las calles y rutas esperando que alguien los vea y los oiga.
Un hombre, dos, cientos mueren de hambre en silencio
Un hombre, dos, cientos escuchan a este tipo y simplemente no pueden creerle, aunque quisieran.
Pero el tipo se sienta y dice lo que quiere decir.


Pasan unos diez años y el tipo ya no está. El tipo se ha ido y uno, cien, miles, lo han llorado. El tipo ya no está y ahora es difícil no querer escucharlo. El tipo ya no está, pero ha dicho lo que tenía que decir. Ha hecho lo que quería hacer. Hay menos que revuelven la basura. Hay menos que cortan las calles. Hay menos que mueren en silencio. Hay más que creen.

El tipo no está, pero dijo lo que quería decir. Contó sus ideas y compartió sus sueños.

El tipo no estará más, pero nos ha cambiado el mundo, la vida y la historia. No está más, pero vive en uno, en cien, en millones de personas.

El tipo, entonces, está.