viernes, 13 de marzo de 2009

Sin título

El colectivo estaba atestado de gente. La tarde, húmeda. Cada cual atendía a su juego, y él dejaba pasar una tras otra las canciones en su cajita musical moderna. No lo pensó mientras se dirigía a su destino, pero ese mismo día, esa tarde, a esa hora, a una casa en el barrio de caballito la estaban cambiando. No le estaban pintando las paredes, ni construyendo un nuevo cuarto, ni cambiando los muebles. Esa tarde, una casa de una calle en el barrio de caballito se quedó sin una parte de su alma.


Bajó del colectivo y caminó algunas cuadras hasta que finalmente dio con quienes le dijeron que ya nada se podía hacer. La vida siguió, como también siguió la gente en el colectivo. Como siguieron el resto de las casas en caballito, sin prestar atención a su vecina, a la que ahora le faltaba un pedazo de alma.


*Me disculpo si este breve texto resulta incomprensible. A veces las cosas son difíciles de explicar. La vida decide pasar muy a pesar nuestro. Este escrito también está dedicado; hay mucha gente que te extraña.

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