lunes, 2 de febrero de 2009

El cirujano no obsesivo

- Le quedan sólo unos días. Lo siento.

Las palabras fueron pocas, pero contundentes; secas, pero las más sinceras que jamás escucharía. El hombre tragó saliva, pero fue como si tragara una piedra - un bloque de hormigón armado. Se levantó, subió a su viejo auto y se marchó.

El camino de regreso fue una suerte de velatorio en vida. Recordó momentos y trató de armarse de coraje. Nunca se había sentido tan solo. De todos modos, sabía que debía buscar la normalidad para disfrutar de los últimos días. Esa noche fue con su familia a un caro restaurante céntrico. No tocaron el tema, aún no estaba listo.

El sábado por la mañana, tal y como habían quedado, volvió a visitar al hombre que había dado la sentencia.

- ¿Cómo anda López? ¿Todavía funciona? Es un milagro – dijo

López lo miró fijo, lo odió. Era probablemente la persona más desalineada que había tratado. El hombre con menos tacto en la faz de la Tierra. Parecía no regirse por los cánones de la sociedad moderna; como si pudiera estar fuera de cualquier pauta de conducta.

- Bueno, hombre, ¡no se enoje! Es que ese auto suyo no sirve ni como chatarra ya. Mire, le ofrezco trescientos pesos por el carburador y las llantas.



*Agradecimiento a Graciela Perez-Esandi, por el título y la idea.

3 comentarios:

  1. Está bueno!
    Dónde está el q escribiste en gualeguaychú? pensé q ibas a publicar ese cuando vi uno nuevo.

    saludos

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  2. el de gualeguaychú lo posteo ahora en unos días cruz. me dejo un comentario asi mi blog no se siente tan solo.

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  3. Jajaja!!! Genial!!! Che, graciela perez esandi sera familiar de mi novia??

    Saludos!

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